Medea

Hoy abordaremos la fascinante tragedia de Medea, escrita por Lucio Anneo Séneca. En ella encontramos la imitación del mito griego que cuenta la historia de Medea, hija de Eetes, rey de Cólquide, y de Hécate, tradicionalmente conocida como diosa de la magia, la noche, los fantasmas y la muerte.

Pero antes de leer la obra de Séneca, se necesita el contexto del pasado de Medea. Ella cae perdidamente enamorada del famoso héroe Jasón,  quien en su búsqueda del Vellocino de Oro llega al reino de Eetes con los argonautas y logran escapar del reino con el Vellocino en mano sólo con la ayuda de Medea, a quien no le importó traicionar a su padre y a su patria. Así pues, Medea escapa con ellos y, al llegar a la isla de Alcinos, consuma su matrimonio con Jasón y tiene dos hijos con él. Pero Jasón la traicionaría más tarde.

Antes de ahondar más, cabe aclarar que de  este mito existen varias representaciones. Una de ellas es escrita por Eurípides otro poeta trágico del siglo V a. C.  con la que ganó el tercer puesto en el año 431 a. C.; es importante recordar que Eurípides fue uno de los reformadores de la tragedia griega pues le añadió más fuerza y profundidad a sus personajes femeninos, pero como esta entrada se trata de Séneca, vayamos directamente a saber un poco más sobre él.

Lucio Anneo Séneca nació en el año 4 a.C. en la Córdoba hispanorromana; era hijo de un hombre letrado que tuvo especial cuidado en que su hijo se formara en Roma y que se instruyera en las artes retóricas. Séneca, por su parte, mostraba especial interés en la filosofía, más específicamente en la corriente estoica, basada en vivir conforme a la naturaleza, de acuerdo con la razón, dominando las pasiones que perturban la racionalidad y entendiendo como único mal  el vicio y la conducta pasional e irracional, que podemos ver claramente reflejada en Medea. Así, más tarde se convirtió en uno de los mayores representantes del estoicismo y moralismo durante la decadencia del periodo romano en que vivió.

Y no es para menos, pues hay que recordar que fue contemporáneo del tirano Nerón quien a la muerte de Claudio, subió al poder nada más y nada menos que con Séneca como su maestro, quien trató de influir en él de forma intelectual y humana; sin embargo, como ya sabemos Nerón no simpatizaba con los valores morales de su maestro quien finalmente desistió y se retiró a una propiedad para dedicarse a sus estudios y posiblemente a sus negocios. Sin embargo, el rencoroso Nerón después de tres años le envió una carta en la que era condenado a muerte. Séneca, que de acuerdo a su pensamiento creía que el destino conduce al que quiere y arrastra al que no quiere, decide suicidarse entendiendo que aquel mandato no venía del tirano quien actuaba desde su capricho y su odio, sino de la ley inapelable del destino.

En cuanto a su obra suman un total  nueve las tragedias  caracterizadas por tener en sus títulos los nombres de antiguos héroes o personajes de la mitología griega; esto sin embargo no significa que la estructura, desarrollo y argumento sean una copia de las obras griegas, pues aunque sean homónimas, como en el caso de Medea, Séneca innova en cuanto al fondo doctrinal, en el que se refleja claramente el estoicismo.

Sin más preámbulo hablaremos de la Medea que Séneca representa en su obra. Ya habíamos dicho que la representación de Eurípides previa a la de Séneca  le otorga a Medea la fuerza y profundidad psicológica que leemos en la de Séneca, pero una de las diferencias palpables entre ambas es un episodio en el que se describe cómo Medea invoca a divinidades como Hécate y Dictina, nombre con el que se designa a una de las encarnaciones de Diana.

Así mismo, otra de las diferencias entre ambas versiones de Medea es que en la senequiana desde el primer diálogo de Medea, en la línea once de la obra adjunta, puede leerse:

Asistídme ahora; ayudadme, diosas vengadoras de los crímenes, de cabellera desaliñada,

erizada de víboras, que blandís en vuestras sangrantes manos, la lúgubre antorcha, asistidme;  

tan horribles como antaño os presentasteis en mi himeneo. Dad la muerte a su nueva esposa,

la muerte a su suegro, y a toda la real estirpe, y a mí, dadme un mal peor que la muerte,

que pueda imprecar contra mi esposo, que viva, que vague errante, mendigando por ciudades

desconocidas, desterrado, aterrado, odiado, sin hogar seguro ; que me desee como esposa,

que llegue hasta el umbral extranjero, como huésped sobradamente conocido, y ya que no puedo

lanzar peores imprecaciones, que engendre hijos semejantes a su padre e iguales a su madre.

 Mi venganza está ya conseguida: he tenido hijos.

Medea
La furia de Medea. Imagen realizada por Zamc.

En estos versos podría decirse que se engloban tanto el motivo de su venganza, argumento de la  tragedia, como el desenlace, la venganza y la ira volcados hacia sus hijos.

Sin más cabe añadir que Medea posee toda esta profundidad psicológica, porque a lo largo de la tragedia puede leerse cómo es consciente de que todo, absolutamente todo, lo ha hecho por Jasón incluyendo lo que está a punto de hacer que va totalmente contra el amor maternal y  que finalmente no puede vencer sus pasiones desmedidas y su sed de venganza.

Medea además es poseedora de una doble condición,  pues es reiterado que  posee toda la malicia de una mujer y el valor de un hombre, cosa que la convierte en un ser verdaderamente monstruoso capaz de cualquier cosa.

Así que si te interesa leer la obra completa sobre la tragedia de una mujer que en su amor y pasiones desmedidas encuentra en su venganza  el camino para liberarse de todo lazo sentimental que le impida ser aquella Medea capaz de lo que sea, aquella Medea poderosa, representación de la locura que nos lleva ser controlados por nuestras bajas pasiones, puedes leerla en el siguiente enlace:

Medea-Séneca.pdf

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