Prometeo Encadenado, ejemplo para reconocer nuestras faltas y limitaciones

En la antigua Grecia las obras de teatro eran utilizadas como propaganda política, ideológica o religiosa; por esta razón todos los ciudadanos debían presenciarlas, el Estado pagaba la entrada de los pobres, y el corego (RAE: «ciudadano que costeaba la escenificación de las obras teatrales») se hacía cargo de financiar el vestuario, el coro y todo lo que necesitara el autor de la obra dramática. Se realizaban concursos entre los poetas y la obra que resultara vencedora, obtenía un trípode y este premio se lo entregaban a su respectivo corego, quien a su vez lo ofrecía a una deidad.

     Una de estas propagandas religiosas fue el Prometeo Encadenado, de Esquilo— fundador de la tragedia griega y reformador del teatro—. Se le dice reformador a Esquilo porque él abrevió los coros para concentrarse en lo realmente trágico, refinó el lenguaje de la tragedia, introdujo un segundo personaje a la escena y vistió con elegancia a su elenco —en esto último podía darse lujo porque perteneció a una familia que se había dedicado al teatro durante siglos, además tenía viñedos por lo que el dinero no le hacía falta—. Pero no sólo fue un escritor, fue también un valiente guerrero que combatió contra los persas en la batalla de Maratón.

     Con respecto a sus obras, él escribió 90, pero lamentablemente sólo se conservaron 7: Los Persas, Los Siete contra Tebas, Las Suplicantes, La trilogía de Orestes: Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides; y Prometeo Encadenado. Sobre esta última es la que trataré a continuación, ya que es el asunto principal de esta entrada c:

    Bueno, pues en Prometeo Encadenado, Esquilo representa que el humano no debe cometer la desmesura, la arrogancia, la soberbia, la ira; en resumen, no debe cometer el hybris («La desmesura, la transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres mortales y terrenales»—Citado de Wikipedia).

«Logré que los mortales no previeran la muerte con horror» —Prometeo.

«Estas arrogancias te han sumido en el abismo de este sufrimiento. No lo olvides» —Hermes a Prometo.

     A su vez, el personaje de Prometeo es el símbolo de que no se deben transgredir las leyes; su castigo es también para la humanidad, y entonces la tragedia se divide en el castigo y  en el conocimiento, es decir, con el castigo aprendemos, con el dolor y sufrimiento nos conocemos a nosotros mismos…

«¿No sabes, acaso, oh Prometeo, que para la enfermedad del odio existe la medicina de las palabras?»— Oceáno.

Zamc

Leer la reseña completa

Para leer Prometeo Encadenado

Conoce con más detalles al padre de la tragedia, Esquilo.

Bibliografía.

Esquilo. (2011). Las Siete Tragedias. Versión directa del griego, con una Introducción, de

Ángel Ma. Garibay K. de la Academia de la Lengua. 27.a edición. México: Porrúa.

Fernández-Galiano, [Manuel]. (2011). Esquilo. España: Gredos.

Deja un comentario